sábado, 22 de septiembre de 2012

El Maleficio

El maleficio es un daño hecho a través del demonio y está muy vigente en el mundo moderno.


     
   Según el Padre Amorth Exorcista de Roma, la maxima autoridad en el mundo en estos temas, describiremos los distintos tipos de maleficios. 

        Según el objetivo el maleficio puede ser:
  • Amatorio: va dirigido a conseguir que dos esposos, una pareja de novios se separen o se unan. 
  •  De división: Dirigido a enfrentar grupos, amigos, parejas, familias, hasta paises enteros.
  • Hostil: Causa daños físicos, psíquicos, económicos o familiares.
  • De legamen: Crea impedimentos a la acción, los movimientos y las relaciones.
  • De transferencia: Los daños inflingidos a un muñeco o una foto de la persona a quien se desea perjudicar se transfieren a dicho individuo.
  • Putrefacción: Causa un daño mortal, pues hace que se pudra un material expuesto a la putrefacción. 
  • Posesión: Introduce una presencia diabólica en la víctima, lo cual constituye una auténtica posesión. 
        Según su modalidad el maleficio puede ser:
  • Directo: La victima entra en contacto con el objeto portador del mal (por ejemplo, alguien le da comida o bebida embrujadas). 
       Existe un modo directo, que consiste en hacer beber o comer a la víctima una bebida o una comida en la que se ha mezclado el hechizo. Éste se prepara con los ingredientes más variados: sangre de menstruación, huesos de muertos, polvos diversos, en general negros (quemados), partes de animales entre las que predomina el corazón, hierbas especiales... Pero la eficacia maléfica no la da tanto el material usado como la voluntad de hacer daño con intervención del demonio; y tal voluntad se manifiesta con las fórmulas ocultas pronunciadas mientras se confeccionan aquellos mejunjes. Casi siempre la persona que se ve afectada de este modo, además de otros trastornos, sufre un característico dolor de estómago que los exorcistas saben detectar perfectamente y que sólo se cura después de haber liberado el estómago con muchos vómitos o muchas heces, en que se expelen las cosas más extrañas.
  • Indirecto: La acción maléfica se realiza sobre un objeto que representa a la víctima
     Existe otro modo, que podemos llamar indirecto consistente en hechizar objetos pertenecientes a la persona a la que se quiere perjudicar (fotografías, indumentaria o cosas pertenecientes a la misma), o en hechizar figuras que la representen: muñecos, muñecas, animales, a veces incluso personas vivas, del mismo sexo y edad. Se trata de material de transferencia, al que afectan los mismos males que se quiere causar a la persona designada. Un ejemplo muy corriente: durante este rito satánico, a una muñeca se le clavan alfileres alrededor de la cabeza. Luego la persona siente fortísimos dolores de cabeza y viene a decirnos: «Es como si tuviese toda la cabeza atravesada por alfileres punzantes.» O bien se clavan agujas, clavos, cuchillos en las partes del cuerpo que se pretende afectar. Y puntualmente la pobre víctima siente dolores lacerantes que la desgarran en aquellos puntos. El padre Amorth comenta: He tenido casos en que algunas personas se han liberado de esos males con la expulsión de largos y extraños agujones de un material similar al plástico o a la madera flexible, salidos de las partes designadas. La mayoría de veces la liberación se produce expeliendo los más diversos materiales: hilos de algodón coloreados, cintas, clavos y alambres retorcidos. Merecería atención aparte el hechizo confeccionado en forma de atadura. En estos casos el material usado para la transferencia incluye ligaduras con cabellos o tiras de tela de varios colores (sobre todo blanco, negro, azul, rojo, según el objetivo deseado). Por ejemplo: para perjudicar al hijo de una gestante, se ligó una muñeca con aguja y crines de caballo, desde el cuello hasta el ombligo. El objetivo era que el niño que había de nacer creciera deforme, es decir, no se desarrollara en aquella parte del cuerpo comprendida por la atadura. De hecho la deformidad se produjo, pero mucho menos grave de lo que se habría querido provocar. Las ataduras conciernen sobre todo al desarrollo de las distintas partes del cuerpo, pero aún más a menudo al desarrollo mental: algunos tienen dificultades en el estudio, el trabajo, o para desarrollar un comportamiento normal, porque han sufrido ataduras en el cerebro. Y en vano los médicos tratan de identificar y curar el mal. Me referiré de forma concisa a otro hecho muy frecuente. A menudo los hechizos se provocan con objetos extraños que después se encuentran en las almohadas y los colchones. Aquí no acabaría nunca de contar hechos de los que he sido testigo y en los que nunca habría creído de no haberlos presenciado. Se encuentra de todo: cintas coloreadas y anudadas, mechones de cabellos estrechamente trenzados, cuerdas llenas de nudos, lana apretadamente entrelazada por una fuerza sobrehumana en forma de corona o de animales (especialmente ratones) o de figuras geométricas; grumos de sangre, trozos de madera o de hierro, alambres retorcidos, muñecas llenas de señales o heridas, etc. Otras veces se forman de improviso complicados enredos en el cabello de las mujeres o los niños. Todo ello son cosas o hechos que no se explican sin la intervención de una mano invisible. En otras ocasiones, esos objetos extraños no aparecen a primera vista, después de haber destripado colchones o almohadas; pero después, si se rocía con agua exorcizada o se introduce alguna imagen bendita (especialmente de un crucifijo o de la Virgen), aparecen los objetos más extraños.

       Según su acción el maleficio puede ser:
  • Por implantación y tortura:  Con alfileres, clavos, martillos, pinchos, fuego, hielo...
  • Por sujeción o atadura: Con cintas, nudos, correas, tiras, aros...
  • Por putrefacción: Enterrando el objeto o animal símbolo tras haberlo embrujado. 
  • Por maldición: Directamente contra la persona, o contra una foto o símbolo de la misma. 
     La maldición. Son deseos de que caiga el mal sobre alguien, y el origen del mal está en el demonio; cuando tales maldiciones se pronuncian con verdadera perfidia, especialmente si existen vínculos de sangre entre el maldiciente y el maldecido, pueden provocar efectos tremendos. Los casos más frecuentes y graves que he presenciado comenta el padre Amorth: se referían a padres o abuelos que maldijeron a sus hijos o nietos. La maldición ha demostrado ser muy grave si se refería a su existencia o era formulada en circunstancias particulares, por ejemplo en el día de la boda. El vínculo que une a padres e hijos y la autoridad de los primeros no se igualan a los de ninguna otra persona.
  • Por rito satánico: Por ejemplo, un culto satánico o una misa negra realizados con el fin de dañar a alguien.
      Según el medio el maleficio puede ser:
  • Con hechizos: Muñecos o carne con alfileres, huesos de muertos, sangre, pollos, sapos.
      El hechizo. Es, con mucho, el medio más utilizado para realizar maleficios. El nombre deriva de hacer o confeccionar un objeto, con los materiales más extraños y heterogéneos, que adquiere un valor casi simbólico: es un signo sensible de la voluntad de hacer daño y es un medio ofrecido a Satanás para que imprima en él su fuerza maléfica. Se ha dicho muchas veces que Satanás remeda a Dios; en este caso podemos tomar la analogía de los sacramentos, que tienen una materia sensible (por ejemplo, el agua durante el bautismo) como instrumento de gracia. En el hechizo el material es usado con la finalidad de causar perjuicio.
  • Con objetos embrujados: Regalos, plantas, almohadas, muñecas, cintas, talismanes.
  • Con la mirada (mal de ojo): Consiste en un maleficio hecho por una persona por medio de la mirada. No se trata, como algunos creen, del hecho de que ciertas personas te traigan mala suerte si te miran con ojos bizcos; esto son historias. El mal de ojo es un verdadero maleficio. Supone la intención de perjudicar a una determinada persona con la intervención del demonio. Lo que tiene de particular es el medio usado para llevar a término la nefasta obra: la mirada. 
El padre Amorth comenta:
"He tenido pocos casos y no del todo claros; o sea que era evidente el efecto maléfico, pero no lo era igualmente su artífice y tampoco que, como medio, bastase una simple mirada. Aprovecho la ocasión para decir que muchas veces no se llega a conocer al artífice del maleficio y ni siquiera cómo ha empezado el mal. Lo importante es que la persona afectada no esté sospechando de éste o aquél, sino que perdone de corazón y ruegue por quien le ha hecho el mal, sea quien fuere".
  • Por contacto: Por manos, abrazos. Este tipo de maleficio es muy frecuente en personas ligadas a la santeria y todas sus denominaciones. Por ejemplo cuando te toman las muñecas con una o las dos manos y la aprientan como colocándote una pulsera.
  • Por teléfono: En silencio, soplando o de otras formas.
  • Hechizos de muerte: Son hechizos efectuados por brujos de verdad, personas que han hecho un pacto con Satanás, seguidores de su culto. Personas que suelen vivir con envidia, odio y perfidia, lo mismo que el demonio.
El padre Amorth comenta:
"A menudo los maleficios no alcanzan su objetivo por diversos motivos: porque Dios no lo permite; porque la persona afectada está bien protegida por una vida de plegaria y de unión con Dios; porque muchos hechiceros son poco hábiles, cuando no simples farsantes; porque el demonio mismo, «mentiroso desde el principio», como lo tilda el Evangelio, engaña a sus mismos seguidores. Sería un gravísimo error vivir con el temor de recibir maleficios. La Biblia no nos dice nunca que temamos al demonio. Nos dice que le resistamos, seguros de que huirá de nosotros (Sant. 4, 7); nos dice que permanezcamos vigilantes contra sus acometidas y nos mantengamos firmes en la fe (1 Pe. 5, 9). Poseemos la gracia de Cristo, que derrotó a Satanás con su cruz; contamos con la intercesión de María Santísima, enemiga de Satanás desde el principio de la humanidad; contamos con la ayuda de los ángeles y los santos y sobre todo contamos con el sello de la Trinidad, que nos fue impreso en el bautismo. Si vivimos en comunión con Dios, será el demonio con todo el infierno quien temblará ante nosotros. A menos que seamos nosotros quienes le abramos la puerta..."

"Quien se dedica a estas prácticas se convierte en siervo de Satanás, pero por culpa suya; nosotros aquí las consideramos sólo como medios para realizar maleficios en perjuicio de otras personas.
Ya las Sagradas Escrituras son muy tajantes en la prohibición de estas prácticas, que toman como un renegar de Dios para consagrarse al demonio. «Cuando hayáis entrado en la tierra que el Señor vuestro Dios os va a dar, no imitéis las horribles costumbres de esas naciones [o sea de los paganos]. Que nadie de entre vosotros ofrezca en sacrificio a su hijo  haciéndole pasar por el fuego [sacrificios humanos], ni practique la adivinación, ni el sortilegio, ni pretenda predecir el futuro, ni se dedique a la hechicería ni a los encantamientos, ni consulte a los adivinos y a los que invocan a los espíritus, ni consulte a los muertos [sesiones espiritistas]. Porque al Señor le repugnan quienes hacen estas cosas» (Dt. 18, 9-12). «No recurráis a nigromantes ni adivinos. No os hagáis impuros por consultarlos. Yo soy el Señor vuestro Dios» (Lev. 19, 31). «El hombre o la mujer que practiquen la nigromancia o la adivinación, serán muertos a pedradas, y serán responsables de su propia muerte» (Lev. 20, 27; véase también Lev. 19, 26-31). No es más tierno el Éxodo: «No dejes con vida a ninguna hechicera» (22, 17). También en otros pueblos la magia era castigada con la muerte. Aunque los términos se traducen de distinta manera (y varían según las traducciones), el contenido es clarísimo".

Fuente: Habla un exorcista. Gabriele Amorth. Editorial Planeta Testimonio
              Memorias de un Exorcista. Marco Tosatti.