viernes, 20 de mayo de 2016

Capítulo XV. Evangelio de San Juan



1 Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. 2 Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto. 3 Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden. 7 Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y se os concederá. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos.

9 Como el Padre me amó, así os he amado yo. Permaneced en mi amor.10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 11 Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa.12 Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.13 Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos.14 Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando.15 Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros, en cambio, os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he hecho conocer.16 No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. 17 Esto os mando: que os améis los unos a los otros.

18 Si el mundo os odia, sabed que antes que a vosotros me ha odiado a mí. 19 Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia. 20 Acordaos de las palabras que os he dicho: no es el siervo más que su señor. Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán. Si han guardado mi doctrina, también guardarán la vuestra. 21 Pero os harán todas estas cosas a causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. 22 Si no hubiera venido y les hubiera hablado, no tendrían pecado. Pero ahora no tienen excusa de su pecado. 23 El que me odia a mí, también odia a mi Padre. 24 Si no hubiera hecho ante ellos las obras que ningún otro hizo, no tendrían pecado; sin embargo, ahora las han visto y me han odiado a mí, y también a mi Padre. 25 Pero tenía que cumplirse la palabra que estaba escrita en su Ley: "Me odiaron sin motivo". 26 Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. 27 También vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.

Fuente: Biblia de Navarra

jueves, 19 de mayo de 2016

martes, 3 de mayo de 2016

Exhortación para los sacerdotes antes de decir misa

Advertencia para el Sacerdote antes de oficiar Misa, contenida en el antiguo Misal de Sarum de 1526.

Presbyter, in Christi mensa
Quid agis, bene pensa:
Aut tibi vita datur,
Aut mors ætérna parátur.
Dum candéla luit
Se destrúit officiándo,
Presbyter ita ruit,
Si sit reus, celebrándo.
Mors tua, mors Christi,
Fraus mundi, glória Cœli,
Et dolor Inférni,
Sunt memoránda tibi.

TRADUCCIÓN
Oh sacerdote, piensa bien
Cuanto haces en la Mesa de Cristo:
O te dará la vida eterna,
O te obtendrá la muerte eterna.
Como la vela sufre
Destruyéndose al arder,
El sacerdote se condena
Si celebra siendo reo.
Tu muerte, la Muerte de Cristo,
El engaño del mundo, la gloria del Cielo
Y las penas del Infierno,
Sean tu continua meditación.


domingo, 3 de abril de 2016

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a Santa Brigida.





Mensaje para todo el clero y seglares o laicos.


"Me disteis la palabra de defender a mi Iglesia y de favorecer a los pobres, y tributais obsequios a mis enemigos; arrojais también mi bandera, y enarbolais la de mi adversario. "Seguidme, pues, sino, seréis derretidos como la cera por medio el fuego. ̈Por qué rasgáis vuestra promesa? ̈Por qué menospreciáis vuestro juramento?"  ( Celestiales revelaciones..., págs. 110-112).
 
"Aquel noble ejército real que viste, es la Santa Iglesia que edifiqué con mi Sangre y con la de mis Santos. Y con mucha caridad junté y puse en ella a mis escogidos y amigos. El fundamento de esta Iglesia es creer que soy Justo Juez y misericordioso, pero este fundamento lo han derribado y aportillado el muro, porque todos dicen que soy misericordioso, y casi ninguno cree que soy Juez que juzgo justamente. Me tienen por mal Juez, como lo sería el que de misericordia soltase y diese por libres a los culpados, para que afligiesen más a los inocentes. Pero se engañan, porque aunque misericordioso soy Justo Juez, de tal manera que ni aún el más mínimo pecado dejaré sin castigo, ni el más pequeño bien sin remuneración. Por esta mina y portillo que hicieron en el muro, han entrado en la Iglesia todos aquellos que sin temor alguno me ofenden; y con esto afirman que no soy Justo Juez; y de tal manera maltratan a mis amigos, que les sujetan con cepos como si fueran malhechores. Para mis amigos no hay día bueno, ni consuelo alguno, todo es afligirlos como si fueran unos malvados. Si hablan la verdad que de Mí han aprendido, se la reprueban y les dicen que son engañadores y mentirosos; desean hablar y oír lo que es justo y recto, pero, ni hay quien se lo oiga ni quien se lo diga. Y lo peor es que siendo Yo el Señor absoluto y Criador de todas las cosas, Soy blasfemado, pues dicen los malos: 'No sabemos si hay Dios, y aunque lo haya, nada nos importa'. Echan por los suelos mi bandera, y la pisan diciendo: ' ̈Por qué padeció Jesucristo muerte? ̈que nos aprovecha a nosotros? Haga lo que nosotros queremos, que eso basta, y no queremos su reino: téngaselo y gócelo El'". Deseo hallar entrada en el alma de estos tales, y ellos dicen: 'Antes moriremos que dejemos de hacer nuestra voluntad'.
 
"Ves aquí, querida esposa, cuales son los pecadores. Yo los hice con solo una palabra, y con solo otra pudiera destruir tanto a ellos como a su soberbia. Pero por los ruegos de Mi Madre y de todos los Santos, los consiento y sufro y los quiero convidar con la paz. Si la admitiesen los perdonaré; y si no, los castigaré con rigor en presencia de los ángeles y de los hombres como a ladrones públicos, y todos dirán que es justo el castigo que se les da. Y como a los ahorcados, que después de muertos y hechos cuartos, los ponen por los caminos y vienen los cuervos y les pican y comen, así éstos serán comidos por los demonios, mas nunca serán consumidos. Y como están metidos de pies en un cepo no hallan allí descanso ni sosiego, así estarán ellos cercados de temor y congoja. Un río de fuego entrará por su boca, y aún quedará en ellos vacío para nuevos y mayores castigos cada día. Pero, mis queridos amigos serán salvos y se consolarán con las palabras que salen de mis labios, y verán mi justicia y mi misericordia. Los armaré con el arnés fuerte de un amor y caridad, y de tal manera quedarán vigorosos, que postrarán en el suelo a los blasfemos y malos, como si fueran un poco de barro, y quedarán éstos corridos y avergonzados, experimentando mi justicia, porque abusaron de mi paciencia" ( Celestiales revelaciones..., págs. 41-43).
 

martes, 16 de febrero de 2016

Trisagio a la Santisima Trinidad

Origen
No es invención del ingenio humano el santísimo Trisagio, sino obra del mismo Dios, que lo inspiró al profeta Isaías cuando oyó como lo cantaban los Serafines para enaltecer la gloria del Creador. En la escuela de los mismos Serafines y demás coros celestiales fue donde lo aprendió milagrosamente un niño de corta edad que, a la manera de San Pablo, fue arrebatado al cielo como lo refieren las historias eclesiásticas.

  En el año 447, y siendo Teodosio el Joven emperador de Oriente, se experimentó un terremoto casi universal y muy violento, y que por su duración y espantosos estragos se hizo el más notable de cuantos hasta entonces se habían visto. Fueron incalculables los daños que seis meses de sacudimientos casi continuos causaron en los más suntuosos edificios de Constantinopla y en toda la famosa muralla del Quersoneso. Se abrió la tierra en muchos puntos, y quedaron sepultadas en sus entrañas ciudades enteras; secáronse las fuentes, y manifestábanse otras nuevas; y era tal la violencia de los sacudimientos, que arrancaban árboles muy corpulentos, aparecían montañas donde había antes llanuras y profundas concavidades donde antes había montañas. El mar arrojaba a las playas peces de gran magnitud, y las playas y los barcos se quedaban sin aguas, que iban a inundar grandes islas.

  Ante esta situación, se creyó prudente abandonar las poblaciones, y así lo hicieron los moradores de Constantinopla, con el emperador Teodosio, su hermana Pulqueria, San Proclo, patriarca entonces de aquella Iglesia, y todo su clero.

  Reunidos en un paraje llamado el Campo, dirigían al cielo fervorosas súplicas y grandes clamores, pidiendo socorro en necesidad tan apurada, cuando un día, entre ocho y nueve de la mañana, fue tan extraordinario el sacudimiento que dio la tierra, que faltó poco para que causase los mismos estragos que el diluvio universal. A este susto sucedió la admiración del prodigio siguiente: Un niño de pocos años fue arrebatado por los aires, a la vista de todos los del Campo, que le vieron subir hasta perderle de vista. Después de largo rato, descendió a la tierra del mismo modo que había sido arrebatado al cielo; y luego, puesto en presencia del Patriarca, del emperador y de toda la multitud, pasmada, contó cómo, siendo admitido en los coros celestiales, oyó cantar a los Ángeles estas palabras: Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, tened misericordia de nosotros; y cómo se le había mandado poner esta visión en conocimiento de todos los allí reunidos. Dichas estas palabras, el niño murió.

  San Proclo y el emperador, oído este relato, mandaron unánimemente que todos entonasen en público este sagrado cántico, e inmediatamente cesó el terremoto y quedó quieta toda la tierra. De aquí provino el uso del Trisagio, que el Concilio General de Calcedonia prescribió a todos los fieles, como un formulario para invocar a la Santísima Trinidad en tiempos funestos y de calamidades. De aquí ha venido el merecer la aprobación de tantos Prelados de la Iglesia, que han apoyado su práctica enriqueciéndola con el tesoro de las indulgencias, y de aquí, finalmente, ha venido que se haya impreso y reimpreso tantas veces, siempre con universal aplauso y aceptación de todos, teniéndolo como un escudo impenetrable contra todos los males que Dios envía a la tierra en castigo de nuestros pecados.

Rezar el Trisagio

Por la Señal de la Santa Cruz…

Bendita sea la santa e indivisible Trinidad, ahora y siempre y por todos los siglos de los siglos.
V. Abrid, Señor, mis labios.
R. Y mi voz pronunciará vuestra alabanza.
V. Dios Mío, en mi favor, benigno entiende.
R. Señor, a mi socorro presto atiende.
V. Gloria sea dada al Padre.
     Gloria al Eterno Hijo.
     Gloria al Espíritu Santo.
     Por los siglos de los siglos. Amen Aleluya.

Nota. Desde el domingo de la septuagésima (periodo litúrgico de tres semanas que procede a la cuaresma, puede caer desde el 18 de Enero al 22 de febrero, el color litúrgico de ese domingo es color morado) hasta el sábado en lugar de Aleluya, se dice:
Alabanza sea dada a ti, Señor. Rey de la eterna Gloria.

Acto de contrición

Amarosisimo Dios, Trino y uno, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en quien creo, a quien adoro, en quien espero, y a quien amo con todo mi corazón, cuerpo, alma, sentidos y potencias; por ser vos mi padre, mi señor y mi Dios, infinitamente bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas. Me pesa, Trinidad Santísima; me pesa, Trinidad misericordiosa; me pesa, Trinidad amabilísima, de haberos ofendido, sólo por ser quien sois; propongo y os doy palabra de nunca más pecar; espero en vuestra bondad y misericordia infinita que habéis de perdonar todos mis pecados, y que me daréis gracia para perseverar en un verdadero amor y cordial devoción a vuestra siempre amabilísima Trinidad. Amen.

Himno

Ya se aparta el sol ardiente: y así. Oh luz perenne unida, Infunde un amor constante. A nuestras almas rendidas. En la aurora te alabamos, y también al mediodía, aspirando por gozar, en el cielo de tu vista. Al padre, al hijo y a ti Espíritu, que das vida, Ahora y siempre se den Alabanzas infinitas. Amen.

Oración al Padre

¡Oh Padre Eterno! Principio y fuente de todo bien. Increado, Ingénito, centro de toda felicidad; me gozo de veros tan superior a todo lo creado, que mi entendimiento se pierde en el océano de vuestras perfecciones infinitas. Permitid que unidos a los Ángeles, Arcángeles y Tronos, celebremos vuestro inmenso poder. ¡Oh Padre Eterno! Fuera de vuestra posesión, yo no veo otra cosa que tristezas y tormentos. Vos sois mi única felicidad, mi tesoro y mi gloria. Haced que jamás me separe de vos, para que pueda siempre alabaros.

Un PadreNuestro, Avemaría y nueve veces:

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos, llenos están los cielos y la tierra, de la majestad de vuestra gloria.

Y se responde: Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.
 
Oración del Hijo 

¡Oh Hijo divino! En todo igual al Padre, verdad inefable camino seguro y vida felicísima del hombre; os glorifico por todos vuestros soberanos atributos, y os alabo por vuestras misericordias infinitas. ¡Ay Jesús mío, que no he sido discípulo vuestro sino de nombre! Pero queriendo ya serlo en realidad, permitid que una mi voz a las Dominaciones, Principados y Potestades, y ensalce con ellas vuestra sabiduría infinita. ¡Oh verdad eterna, fuera de la cual yo no veo otra cosa que engaños y mentira! ¡Ah! ¿Cuándo será la hora en que vos me hablareis claramente en el seno de vuestra gloria?


Un PadreNuestro, Avemaría y nueve veces:

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos, llenos están los cielos y la tierra, de la majestad de vuestra gloria.

Y se responde: Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.

Oración para el Espíritu Santo

¡Oh Espíritu Consolador!, que procedéis del Padre y del Hijo, amor increado, manantial de todas las gracias, centro de todas las dulzuras, y no obstante, tan poco amado. A lo menos me alegro del encendido amor con que os aman las Virtudes, los Querubines y Serafines. ¡Oh! ¡Quién pudiera amaros con todos los hombres de la tierra, como estos espíritus os aman en el cielo! ¡Oh amor, oh don del Altísimo, centro de dulzuras y de la felicidad del mismo Dios! ¿Cuándo derraméis vuestro bien como  un torrente sobre mi alma? ¿Cuándo será esto?, ¡Oh mi Dios!, ¿Cuándo será?


Un PadreNuestro, Avemaría y nueve veces:

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos, llenos están los cielos y la tierra, de la majestad de vuestra gloria.

Y se responde: Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.

Antífona

 A Ti, Dios Padre Ingénito. A ti, Hijo unigénito. A ti, Espíritu Santo Paráclito. Santa individua Trinidad, de todo corazón te confesamos Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. Un Dios por los siglos de los siglos.
V. Adoremos al Dios de las alturas.
R. Alabémosle en la tierra sus criaturas.

Oración

Amabilísimo Señor, Dios Uno y Trino: dadnos continuamente vuestra gracia, vuestra caridad y la comunicación de vos para que en tiempo y eternidad os amemos y glorifiquemos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, una deidad, por infinitos siglos. Amen.

Gozos a la Santísima Trinidad

Dios Uno y Trino a quien tanto, Arcángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.
Gózate amable deidad, en tu incomprensible esencia y de que por tu clemencia. Perdonas nuestra maldad. Por esa benignidad, En místico dulce canto, Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.
Interminable bondad, suma esencia soberana, de donde el bien nos dimana, Santísima Trinidad: pues tu divina piedad pone fin a nuestro llanto, Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.
El trisagio que Isaías escribió con gran celo, le oyó cantar en el cielo, le oyó cantar en el cielo a angélicas jerarquías: para que en sus melodías repita nuestra voz cuanto Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo. 
¡Oh Inefable Trinidad! Bien sumo, eterno, increado, al hombre comunicado por exceso de bondad: y porque en la eternidad esto te complace tanto, Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.
     Este trisagio Sagrado, voz del coro Celestial, contra el poder infernal la Iglesia le ha celebrado: con este elogio ensalzado: que en fe y amor adelante, Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.
    Gózate, pues, tu luz para, con ser tan esclarecida, no llega a ser comprendida, por alguna criatura: Por eso al ver tu hermosura, con Sagrado horror y espanto, Ángeles y Serafines dicen: Santo, Santo, Santo.
    De la súbita muerte, del rayo de la centella, libra este trisagio, y sella a quien le reza y advierte, que por esta feliz suerte en este mar de quebranto, Ángeles y Serafines dicen: Santo, Santo, Santo. 
    Espero, Dios de verdad. Me cumplas lo que dijiste en la promesa que hiciste de perdonar mi maldad, por esta dulce bondad con que me consuelas tanto, Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.
     En el Iris que en el mar, en la tierra y en el fuego, en el aire ostenta luego que nos quiere libertar: por favor tan singular de este prodigio y encanto, Ángeles y Serafines dicen: Santo, Santo, Santo.
    En escudo soberano, de la Divina Justicia, y de la Infernal milicia triunfa devoto el cristiano: y como el demonio ufano huye de terror y espanto, Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.
     En vuestra bondad me fundo señor, Dios fuerte e inmortal, que el coro celestial cantaré este himno jocundo; pues en los riesgos del mundo me cubres con tu manto, Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.
     Amo la bondad del Padre, amo la bondad del hijo, y al espíritu que dijo, nadie a mi amor llega tarde: alma mía cobarde, ama a tu Dios entre tanto Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.
   Dios Uno y Trino a quien tantos Arcángeles, Querubines, Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo.

Antífona 
Bendita sea la Santa e individua Trinidad, que todas las cosas crea y gobierna, ahora y siempre por infinitos siglos de los siglos. Amen. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo.
R. Alabémosle y ensalcémosle por todos los siglos.

Oración
Omnipotente y sempiterno Dios que os dignasteis permitir a vuestros siervos que en la confesión de la verdadera fe, reconozcan la gloria de vuestra eterna Trinidad; y que adoren la unidad en poder de vuestra augusta Majestad: os suplicamos rendidos que por la firme confesión de esta fe, nos veamos siempre libres de las adversidades y peligros, Por Jesucristo Señor Nuestro, que con el Padre y el Espíritu santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.

Líbrame del mal   
Amorosisimo Dios Trino y Uno, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Trinidad Santísima, en quien creo, en quien espero, a quien amo con todo mi corazón, y humildemente pido protección y ayuda. Santísima Trinidad, bendíceme, ayúdame, ampárame, líbrame del mal y peligro, de toda mala hora, que todos mis enemigos se queden atrás. ¡Paz Cristo! ¡Paz Cristo!
         Que el enemigo que venga en mi contra, en el acto sea vencido. Que tenga ojos y no me vean, que tengan oídos y no me oigan, que tengan manos y no me toquen, que con solo nombrar a la Santísima Trinidad sean vencidos todos mis enemigos.

        En el nombre del Padre (+), del Hijo (+), y el Espíritu Santo (+), con el manto de la santísima Trinidad sea envuelto mi cuerpo, con el escapulario de la Virgen del Carmen me vea envuelto para no ser visto, ni oído, ni preso, ni de los malos vencidos, la Santísima Trinidad este conmigo, el Padre me guarde (+), el Hijo me guie (+), y el Espíritu Santo me ilumine (+) y me acompañe donde quiere que yo vaya la Santísima Trinidad este en todo momento y me libre siempre de todo mal y peligro.

        Cruz Santa, Cruz digna, Cruz divina, por el señor que murió en ti, cosa mala no llegue a mí, en el nombre del Padre (+), del Hijo (+) y del Espíritu Santo (+), en nombre de la Santísima Trinidad, para que en esta hora y momento nuestro Padre Eterno (+), Nuestro Señor Jesucristo (+) y el Espíritu Santo (+) me ilumine la mente para que todas mis cosas me salgan perfectas y la paz de Nuestro Señor Jesucristo reine en mi hogar, en mi trabajo y donde quiera que yo pise. En el nombre del Padre (+), del Hijo (+), y del Espíritu Santo (+), Amén.

Ofrecimiento para ganar las indulgencias siempre que se rece el Trisagio

      Te rogamos Señor, por el estado del Santa Iglesia y prelados de ella, por las intenciones  del Santo Padre, por la exaltación de la fe Católica, extirpación de las herejías, paz y concordia entre los cristianos, conversión de todos los infieles, herejes y pecadores: por los agonizantes y caminantes, por las benditas almas del purgatorio, por el aumento de la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y María, y demás piadosas fines de nuestra Santa Madre Iglesia. Amen.