Santa Clara de
Asís
Celebración: 11 de Agosto, anteriormente 12 de Agosto.
La seráfica virgen santa Clara, fundadora de las religiosas
del seráfico padre san Francisco, fue, como este santo, natural de Asís, y de
claro y nobilísimo linaje.
Siendo aún muy niña y no teniendo aún rosario para llevar la
cuenta de sus oraciones, las iba contando con piedrecillas, y aunque por
voluntad de sus padres vestía ropas preciosas, más interiormente usaba de un
áspero cilicio, y ofrecía a Dios su virginidad con gran resistencia de sus
padres, que deseaban casarla.
Había Dios enviado en este tiempo al mundo para renovarlo,
al seráfico padre san Francisco, el cual estaba en la misma ciudad de Asís; y
por su consejo dejó la santa doncella la casa de sus padres y renunciando a
todas las grandezas del mundo, se entró en la iglesia de Santa María de la
Porciúncula que está a una milla de Asís. Allí la aguardaban san Francisco y
todos sus santos religiosos con velas en las manos y entonando el Veni
Creator Spiritus; y ella, al pie del altar, se desnudó de todas sus galas y
preciosas vestiduras, se cortó las trenzas de su rubia cabellera, y recibió de
manos del seráfico patriarca el hábito penitencial.
Pretendieron sus deudos y parientes llevársela por fuerza, más
la santa se asió tan fuertemente al altar, que al quererla sacar por fuerza,
dejó en sus manos la mitad de sus vestiduras, y aun se quitó la toca, para que
viesen que había también sacrificado a Cristo la hermosura de sus cabellos.
Premió el Señor tan ilustre victoria que su sierva alcanzó de la carne y de la
sangre, con dar la misma vocación a su hermana Inés y a otras nobilísimas doncellas,
parientas suyas, 'hasta el número de diez y seis; las cuales formaron la
primera comunidad de religiosas de santa Clara.
No solamente en aquella ciudad, sino en la Umbría y por todo
el mundo se extendió el resplandor de las virtudes de santa Clara.
Ayunaba a pan y agua todas las vigilias de la Iglesia y toda
la cuaresma, llevaba por vestidura interior una asperísima piel de jabalí, y
dormía sobre la tierra teniendo un haz de sarmientos por almohada; pero el amor
de Cristo le hacía tan suaves éstas, y otras espantosas penitencias, que no
había rostro más alegre y apacible que el de la santa. Y ¿qué lengua podrá
decir las inefables dulzuras, éxtasis seráficos y dones de milagros y de
profecía con que Jesucristo la regalaba y correspondía a su amor?
Cuando los bandidos y sarracenos con que el malvado Federico
II talaba el valle de Espoleto, cercaron la ciudad de Asís y escalaban ya los
muros del monasterio de santa Clara, ella, aunque enferma, se hizo llevar a las
puertas, y sacando del seno una custodia del santísimo Sacramento, oyó la voz
de Jesús, que le decía: «Sí, Clara, yo te protegeré»: y huyeron al punto
aquellos bárbaros, dejando muchos cadáveres, heridos como si hubiesen peleado
contra los rayos del cielo. Finalmente toda la vida de la santa fue como la de
un serafín sacrificado por amor de Jesucristo, y a la edad de sesenta años,
visitada por un coro celestial de santas vírgenes, entregó su alma purísima al
divino esposo.
Reflexión: Los monasterios de santa Clara han
llegado a la crecida suma de cuatro mil; y en ellos se han santificado mucha nobilísimas
doncellas, condesas, duquesas y princesas, y sobre todo un gran número de almas
herocias que practicando la regla más austera de todas, han sido en la tierra
las delicias de Dios, el ornamento de la Iglesia católica, y el más elocuente
ejemplo del mundo.
Oración: Óyenos, Señor y Salvador nuestro, y haz
que la alegría que sentimos en la fiesta de tu bienaventurada virgen santa
Clara, sea acompañada de los afectos de una verdadera devoción Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
Fuente: Flos Sanctorum
de la familia cristiana
No hay comentarios:
Publicar un comentario