Santa Filomena, Virgen y Mártir
Celebración: 11 de Agosto
Sobre su vida
Santa Filomena fue una joven mártir de la Iglesia primitiva,
prácticamente desconocida hasta el 24 de mayo de 1802, cuando en una
excavación en Roma, encontraron una tumba cerrada con piedras. Aunque se tenían sus restos mortales, aún no se sabía nada de la vida
de Filomena, pero gracias a revelaciones privadas, recibidas en
respuesta a oraciones de muchos para saber quien era y cómo llegó al
martirio, en 1863 por tres diferentes personas, obtuvimos la respuesta.
Las personas favorecidas fueron un joven artista de buena moral y
vida piadosa, un devoto sacerdote y una piadosa religiosa de Nápoles, la
Venerable Madre María Luisa de Jesús quien murió en olor de santidad. (Estas revelaciones han recibido el Imprimátur de la Santa Sede dando
testimonio de que no hay nada contrario a la fe. La Iglesia no ha hecho
ningún otro pronunciamiento y no garantiza la autenticidad de las
supuestas revelaciones. La Santa Sede dio la autorización para la
propagación de estas el 21 de diciembre de 1883.)
Historia de la vida según las revelaciones a la Madre María Luisa de Jesús
Yo soy la hija de un principe que gobernaba un pequeño estado de Grecia. Mi madre era también de la realeza. Ellos no tenían niños. Eran idólatras y continuamente ofrecían oraciones y sacrificios a sus dioses falsos. Un doctor de Roma llamado Publio, vivía en el palacio al servicio de mi padre. Este doctor había profesado el cristianismo. Viendo la aflicción de mis padres y por un impulso del Espíritu Santo les habló acerca de nuestra fe y les prometió orar por ellos, si consentían a bautizarse. La gracia que acompañaba sus palabras, iluminaron el entendimiento de mis padres y triunfó sobre su voluntad. Se hicieron cristianos y obtuvieron su esperado deseo de tener hijos.
Al momento de nacer me pusieron el nombre de Lumena, en alusión a la luz de la fe, de la cual era fruto. El día de mi bautismo me llamaron Filumena, hija de la luz (filia luminis) porque en ese día había nacido a la fe. Mis padres me tenían gran cariño y siempre me tenían con ellos. Fue por eso que me llevaron a Roma, en un viaje que mi padre fue obligado a hacer debido a una guerra injusta.
Yo tenia trece años. Cuando arribamos a la capital nos dirigimos al palacio del emperador y fuimos admitidos para una audiencia. Tan pronto como Dioclesiano me vio fijo los ojos en mi.
El emperador oyó toda la explicación del príncipe, mi padre. Cuando este acabó y no queriendo ser ya más molestado le dijo: yo pondré a tu disposición toda la fuerza de mi imperio. Yo solo deseo una cosa a cambio, que es la mano de tu hija. Mi padre deslumbrado con un honor que no esperaba, accede inmediatamente a la propuesta del emperador y cuando regresamos a nuestra casa, mi padre y mi madre hicieron todo lo posible para inducirme a que cediera a los deseos del emperador y los suyos. Yo lloraba y les decía: ¿Ustedes desean que por el amor de un hombre yo rompa la promesa que he hecho a Jesucristo? Mi virginidad le pertenece a Él y yo ya no puedo disponer de ella.
Pero eres muy joven para ese tipo de compromiso -me decían- y juntaban las más terribles amenazas para hacerme que aceptara la mano del emperador.
La gracia de Dios me hizo invencible. Mi padre no pudiendo hacer al emperador ceder y para deshacerse de la promesa que había hecho, fue obligado por Dioclesiano a llevarme a su presencia.
Antes tuve que soportar nuevos ataques de parte de mis padres hasta el punto, que de rodillas ante mi, imploraban con lágrimas en sus ojos, que tuviera piedad de ellos y de mi patria. Mi respuesta fue: No, no, Dios y el voto de virginidad que le he hecho, esta primero que ustedes y mi patria. Mi reino es el Cielo.
Mis palabras los hacía desesperar y me llevaron ante la presencia del emperador, el cual hizo todo lo posible para ganarme con sus atractivas promesas y con sus amenazas, las cuales fueron inútiles. El se puso furioso e, influenciado por el demonio, me mandó a una de las cárceles del palacio donde fui encadenada. Pensando que la vergüenza y el dolor iban a debilitar el valor que mi Divino Esposo me había inspirado. Me venía a ver todos los días y soltaba mis cadenas para que pudiera comer la pequeña porción de pan y agua que recibía como alimento, y después renovaba sus ataques, que si no hubiera sido por la gracia de Dios no hubiera podido resistir.
Yo no cesaba de encomendarme a Jesús y su Santísima Madre.
Mi cautiverio duró treinta y siete días, y en el medio de una luz celestial, vi a María con su Divino Hijo en sus manos, la cual me dijo: “Hija, tres días más de prisión y después de cuarenta días, se acabará este estado de dolor.” Las felices noticias hicieron mi corazón latir de gozo, pero como la Reina de los Angeles había añadido, dejaría la prisión, para sostener un combate más terrible que los que ya había tenido. Pasé del gozo a una terrible angustia, que pensaba me mataría. Hija, ten valentía, dijo la Reina de los Cielos y me recordó mi nombre, el cual había recibido en mi Bautismo diciéndome: “Tu eres LUMENA, y tu Esposo es llamado Luz. No tengas miedo. Yo te ayudaré. En el momento del combate, la gracia vendrá para darte fuerza. El ángel Gabriel vendrá a socorrerte, Yo le recomendaré especialmente a él, tu cuidado”.
Las palabras de la Reina de las Vírgenes me dieron ánimo. La visión desapareció dejando la prisión llena de un perfume celestial.
Lo que se me había anunciado, pronto se realizó. Dioclesiano perdiendo todas sus esperanzas de hacerme cumplir la promesa de mi padre, tomó las decisión de torturarme públicamente y el primer tormento era ser flagelada. Ordenó que me quitaran mis vestidos, que fuera atada a una columna en presencia de un gran número de hombres de la corte, me hizo que me latigaran con tal violencia, que mi cuerpo se bañó en sangre, y lucía como una sola herida abierta. El tirano pensando que me iba a desmayar y morir, me hizo arrastrar a la prisión para que muriera.
Dos ángeles brillante con luz, se me aparecieron en la oscuridad y derramaron un bálsamo en mis heridas, restaurando en mi la fuerza, que no tenía antes de mi tortura.Cuando el emperador fue informado del cambio que en mi había ocurrido, me hizo llevar ante su presencia y trato de hacerme ver que mi sanación se la debía a Júpiter el cual deseaba que yo fuera la emperatriz de Roma. El espíritu Divino, al cual le debía la constancia en perseverar en la pureza, me llenó de luz y conocimiento, y a todas las pruebas que daba de la solidez de nuestra fe, ni el emperador ni su corte podían hallar respuesta.
Entonces, el emperador frenético, ordenó que me enterraran, con un ancla atada al cuello en las aguas del río Tíber. La orden fue ejecutada inmediatamente, pero Dios permitió que no sucediera.
En el momento en el cual iba a ser precipitada al río, dos ángeles vinieron en mi socorro, cortando la soga que estaba atada al ancla, la cual fue a parar al fondo del río, y me transportaron gentilmente a la vista de la multitud, a las orillas del río.
El milagro logró que un gran número de espectadores se convirtieran al cristianismo.
El emperador, alegando que el milagro se debía a la magia, me hizo arrastrar por las calles de Roma y ordenó que me fuera disparada una lluvia de flechas. Sangre brotó de todas las partes de mi cuerpo y ordenó que fuera llevada de nuevo a mi calabozo. El cielo me honró con un nuevo favor. Entré en un dulce sueño y cuando desperté estaba totalmente curada. El tirano lleno de rabia dijo: Que sea traspasada con flechas afiladas. Otra vez los arqueros doblaron sus arcos, cogieron toda sus fuerzas, pero las flechas se negaron a salir. El emperador estaba presente y se puso furioso y pensando que la acción del fuego podía romper el encanto, ordenó que se pusieran a calentar en el horno y que fueran dirigidas a mi corazón. El fue obedecido, pero las flechas, después de haber recorrido parte de la distancia, tomaron la dirección contraria y regresaron a herir a aquellos que la habían tirado. Seis de los arqueros murieron. Algunos de ellos renunciaron al paganismo y el pueblo empezó a dar testimonio público del poder de Dios que me había protegido. Esto enfureció al tirano. Este determinó apresurar mi muerte, ordenando que mi cabeza fuera cortada con un hacha.
Entonces, mi alma voló hacia mi Divino Esposo, el cual me puso la corona del martirio y la palma de la virginidad.
Descubrimiento de la Tumba de Santa Filomena
El 2 de mayo 1802, por encargo especial del Papa Pío
VII, se llevaron a cabo los trabajos de excavación de la catacumba de
Santa Priscila, una de las más antiguas de Roma, que se remonta casi a
los tiempos apostólicos. Los trabajadores estaban excavando en un remoto
túnel, cuando uno de ellos escuchó un martillazo dado contra una
superficie de cemento.
Es así como, por aparente casualidad, se descubrió un
nicho en la muralla que nunca había sido abierto. Los operarios
alumbraron con sus antorchas para ver si tenía algunas inscripciones…
¡Sí… las tenía! Era, con seguridad, la tumba de un mártir.
De acuerdo con los procedimientos, ellos tenían que
parar los trabajos e informar a Monseñor Ponzetti, el guardián de los
cementerios, el cual no demoró en llegar y fijó para el día siguiente la
apertura del nicho.
Era una tumba pequeña, de no más de un metro y medio de largo, cerrada con tres baldosas de terracota, sobre las cuales estaba escrito en color bermellón, aún brillante en latín:
Era una tumba pequeña, de no más de un metro y medio de largo, cerrada con tres baldosas de terracota, sobre las cuales estaba escrito en color bermellón, aún brillante en latín:
Entre las palabras, estaban unos símbolos, torpemente
pintados: en la izquierda una ancla; en el centro unos látigos
guarnecidos con bolitas de plomo en medio de tres flechas y una vara
rematando en punta; y a la derecha, una palma entrelazada con un lirio.
Todo esto representaba los diferentes géneros de tormentos que había
padecido la santa mártir; su glorioso triunfo, era representado por la
palma y el lirio.
El 25 de mayo de 1802, fueron removidas las lozas, la
tumba fue abierta. Contenía pequeños huesos que no habían sufrido
quebraduras; sin embargo, el cráneo estaba fracturado. En el cemento que
cerraba la tumba, se encontraba incrustado un frasquito roto, con una
sustancia, que al ser analizada, se comprobó que era sangre seca. Con
eso, ya todo quedaba fuera de duda: era la tumba de un mártir. Los
doctores y cirujanos convinieron que eran las reliquias de una niña de
no más de 14 años de edad.
Estas fueron cuidadosamente selladas en una caja de
madera revestida de cera, y llevadas a Roma, para ser guardadas en la
Custodia General, hasta que el Papa diera permiso para exponerlas a la
veneración de los fieles.
Costumbres
de los primeros cristianos
Por
el entusiasmo que causaba en los primeros cristianos la valentía de los que
morían por la fe, acostumbraban a marcar la losa con el signo de la palma, y
ponían al lado un pequeño frasco que contenía la sangre del mártir.
Hechos
extraordinarios del descubrimiento
Cuando
los científicos estaban transfiriendo la sangre seca a un nuevo frasco
transparente, ante todos los que estaban presentes, se sucedió un hecho
extraordinario. Para su asombro vieron que las pequeñas partículas de la sangre
seca cuando caían en el nuevo frasco, brillaban como oro, diamantes y piedras
preciosas y resplandecían en todos los colores del arco iris. (Hasta el
presente, se puede observar en algunos momentos de gracia, que estas partículas
cambian de color)
Los
huesos, cráneo y cenizas junto con el frasco que contenía la sangre fueron
depositados en un ataúd, el cual fue cerrado y triplemente sellado. Bajo
guardia de honor el ataúd de ébano fue llevado a la custodia del Cardenal
Vicario de Roma, a una capilla donde se guardan los cuerpos de santos.
Traslado
de sus Santos Restos
Después
de que las reliquias de la Santa fueron exhumadas, fueron mantenidas en Roma
hasta 1805. En ese tiempo el Padre Francis di Lucia de Mugnano, un pequeño pueblo cerca de Nápoles, visitó la ciudad
de Roma. Él tenía un ardiente deseo de procurar las reliquias de alguna joven
mártir para su Iglesia. Ya que el Obispo de Potenza, al cual el acompañó a
Roma, apoyaba su petición, el Padre Francis fue permitido visitar el Tesoro de
Reliquias, un largo pasillo donde se preservaban las reliquias de varios
santos. Cuando se paró frente a la reliquia de Santa Filomena, se llenó de un
gran gozo espiritual, y rogó ante ella. Él pensaba que el gran heroísmo de esta
joven mártir era la inspiración que necesitaban los jóvenes de su parroquia,
que su fortaleza virginal los retaría a la pureza.
Las reliquias de Santa Filomena eran
consideradas famosas y eran reservadas para algún distinguido prelado.
El pidió las reliquias y al no recibir
ninguna respuesta, el P. Francis decidió ir solo a uno de los Canónigos de San
Pedro, y pedir otra vez la reliquia. Hizo la petición a nombre del Obispo de
Potenza. Le presentaron la reliquia de Santa Ferma.
Los que estuvieron envueltos en la primera
petición pensaron que el Obispo de Potenza era merecedor de una reliquia de
primera clase. Las reliquias de Santa Filomena fueron dadas al Obispo. Esté a
su vez quiso que el pobre sacerdote de Mugnano las tuviera para su parroquia.
De
regreso a su pueblo, los viajeros se alojaron en casa de un buen amigo en
Nápoles. La señora de la Casa Doña Angela Rose padecía de una enfermedad
incurable desde hacia doce años. Ella ofreció vestir las reliquias con la
esperanza de ser curada. Las reliquias fueron cubiertas por una estatua de la
santa, hecha especialmente para ese propósito y colocadas en una urna de
madera. Muchos milagros empezaron a darse. La señora Angela Rose fue
instantáneamente sanada al tocar las reliquias. Otros también obtuvieron
diferentes sanaciones.
Traslado de las Reliquias a Mugnano
El 10 de
agosto de 1805, las reliquias de la Santa fueron trasladadas a Mugnano, a la
casa del P. Francis di Lucia. Continuos milagros de toda clase acompañaban el
traslado. El día antes de la llegada, por las oraciones de los habitantes, una
lluvia abundante refrescó los campos y prados de Mugnano, después de una larga
temporada de sequía. El Señor Michael Ulpicella, un abogado, que no había
podido salir de su cuarto por seis semanas, fue llevado a donde estaban las
reliquias y regresó sanado.
El
Santuario de Santa Filomena fue escena de prodigiosos milagros. Entre ellos se encuentra
la sanación de Pauline Jaricot.
Papas
devotos a Santa Filomena
Papa Gregorio XVI, en Enero 30 de 1837, solemnemente
la elevó al altar dando completa autoridad a su culto en todo el mundo católico
y por toda la eternidad. Le dio el título de Patrona del Rosario Viviente.En
nuestro amor por Santa Filomena seguimos bien la dirección y el ejemplo de los
Romanos Pontífices:
Pío IX -En 1849 la nombró Patrona de los Hijos de
María.
Papa San Pío X elevó la Archicofraternidad de Santa Filomena a
Universal y nombró a San Juan Vianney su Patrón. Este Papa y gran Santo de la
Santa Madre Iglesia solemnemente declaró: "... desacreditar las
presentes decisiones y declaraciones concernientes a Santa Filomena como no
siendo permanentes, estables, válidas y efectivas, necesarias de obediencia, y
en completo efecto para toda la eternidad, procede de un elemento que es nulo y
vano y sin mérito y autoridad." (1912)
León XIII - Antes de su elección al Papado, fue dos veces en peregrinación a su Santuario. Después de ser nombrado el Vicario de Cristo, le dio una cruz de mucho valor al Santuario. Aprobó la Confraternidad de Santa Filomena y la enriqueció con indulgencias. La elevó a Archicofraternidad.
Pío X - Elevó la Archicofraternidad a Universal y nombró a San Juan María Vianney su Patrón.
NOVENA
A SANTA FILOMENA
Oh gran Santa Filomena, Virgen y Mártir, obradora
de maravillas de nuestra era, le doy las más fervientes gracias a Dios por los
dones milagrosos otorgados a Vos, y os suplico impartirme una porción de las
gracias y bendiciones de las cuales vos habéis sido el canal para tantas almas.
Por la heroica fortitud con la cual confrontasteis la furia de tiranos y el
disgusto de los poderosos antes que desviaros de vuestra alianza con el Rey del
Cielo, obtened para mí pureza de cuerpo y alma, pureza de corazón y deseo,
pureza de pensamiento y afecto.
Por vuestra paciencia bajo sufrimientos
multiplicados, obtened para mí una aceptación sumisa de todas las aflicciones
que pueda complacer a Dios enviarme y como vos escapasteis milagrosamente ilesa
de las aguas del Tiber, en el que fuisteis arrojada por orden de vuestro
perseguidor, así también yo pueda pasar a través de las aguas de tribulación
sin detrimento a mi alma. Además de estos favores, obtened para mí, Oh esposa
fiel de Jesús, la necesidad particular que ardientemente os recomiendo en
este momento. Oh Virgen pura y Mártir santa, dígnate dirigir una mirada de
piedad desde el Cielo sobre vuestro devoto siervo, consoladme en aflicción,
asistidme en el peligro, sobre todo venid en mi auxilio a la hora de mi muerte.
Guardad sobre los intereses de la Iglesia de Dios, rezad por su exaltación y
prosperidad, la extensión de la Fe, por el Soberano Pontífice, por el clero,
por la perseverancia del justo, la conversión de los pecadores, y el sufragio
de las almas del Purgatorio, especialmente mis seres queridos. Oh gran Santa,
cuyo triunfo celebramos en la tierra, interceded por mí, para que un día pueda
contemplar la corona de gloria otorgada a vos en el Cielo y bendecir a El quien
liberalmente recompensa por toda la eternidad los sufrimientos soportados por
Su amor durante esta corta vida. Amén.
ORACIÓN
Oh Purísima Virgen, gloriosa Mártir Santa Filomena,
quien Dios en Su poder eterno parece haber revelado al mundo en estos días
desastrosos para revivir la fe, sostener la esperanza e inflamar la caridad en
almas cristianas, contempladme postrada a vuestros pies. Dignaos, Oh Virgen
llena de bondad y virtud, recibir mis humildes oraciones y obtener para mí esa
pureza por la cual sacrificasteis los placeres más atractivos del mundo, esa
fortaleza de alma que os hizo resistir los más terribles ataques y ese ardiente
amor por nuestro Señor Jesucristo que los más temidos tormentos no pudieron
extinguir en vos. Así que, imitándoos en esta vida, pueda algún día ser
coronada con vos en el Cielo. Amén.
¡SANTA FILOMENA, PATRONA DE LOS HIJOS DE MARÍA,
ROGAD POR NOSOTROS!
Fuente: www.corazones.org
www.parroquiasantafilomena.net
Fuente: www.corazones.org
www.parroquiasantafilomena.net
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